Guía básica para no volverse loco (ni loca) en el intento
¿Acabas de decidir que vas a opositar y no sabes ni por dónde empezar?
Respira. Lo primero que quiero decirte es: tranquilidad. Todos los que hemos pasado por este proceso hemos empezado igual que tú, con un millón de dudas, algo de miedo… pero también con muchas ganas.
En esta guía te voy a contar lo básico para arrancar con buen pie, sin agobios innecesarios, y con una idea clara: sí, se puede.
¿A qué te presentas exactamente?
Puede sonar obvio, pero no lo es tanto. Lo primero es tener claro qué especialidad vas a preparar: ¿Primaria? ¿Infantil? ¿Inglés? ¿Educación Física? ¿Música?
Y también, en qué comunidad autónoma vas a presentarte. Esto es importante porque:
- Cada comunidad tiene su propia convocatoria.
- La normativa educativa varía ligeramente.
- Y puede cambiar el número de temas, los criterios de evaluación o incluso el formato del examen.
Mi consejo: entra en la web oficial de educación de tu comunidad, busca la última convocatoria y léetela con calma. Subraya lo importante, anota dudas y empieza a familiarizarte con el proceso.
¿Cómo es el proceso de oposición?
Te cuento lo básico, aunque puede haber alguna variación según la comunidad:
- Prueba escrita de uno de los temas del temario (sí, hay que estudiarlos todos).
- Supuesto práctico, donde tienes que demostrar cómo actuarías ante una situación del aula.
- Programación didáctica, que tendrás que defender oralmente.
- Y por último, los méritos (experiencia docente, cursos, idiomas, etc.) que se suman después.
Spoiler: no te preocupes si no tienes experiencia todavía. Se puede sacar plaza igualmente, aunque cueste un poquito más.
¿Qué materiales necesitas para empezar?
No hace falta que compres 20 libros ni que te vuelvas loco/a al principio. Pero sí necesitas:
- Un temario actualizado y bien explicado
- Ejemplos de supuestos prácticos
- Una buena base para hacer tu programación
- Una agenda o planificador
- Ganas (muchas)
Y si te lo puedes permitir, una academia o preparador/a que te guíe. Créeme, se nota la diferencia cuando te acompañan en el camino.
Organiza tu estudio
Aquí viene lo importante: la planificación.
No vale con estudiar a lo loco. Necesitas un plan, aunque sea sencillo:
- Marca objetivos semanales (por ejemplo: “esta semana me estudio el tema 5 y hago un supuesto”).
- Alterna teoría, práctica y algo de normativa.
- Deja hueco para repasar.
- Y no te olvides de entrenar la parte oral, que muchos la dejamos para el final y… mal asunto.
¿Mi consejo? Más vale estudiar 3 horas al día bien concentrado, que 8 horas leyendo en modo zombie.
Cuida tu salud mental (de verdad)
Esto no se dice mucho, pero debería: opositar desgasta. Por eso necesitas cuidar tu cuerpo y tu cabeza.
- Duerme (no vale trasnochar todos los días).
- Come bien.
- Haz algo de deporte (aunque sea caminar 20 minutos).
- Y si puedes, desconecta de vez en cuando sin sentirte culpable.
No eres un robot, eres una persona con una meta. Cuídate para llegar fuerte al examen.
Busca apoyo y rodeate bien
Hay algo que puede marcar la diferencia: no estar solo/a.
Busca un grupo de estudio, apóyate en tu familia, únete a una comunidad de opositores en redes. A veces un simple “yo también estoy agobiada” te da la vida.
Y si te apetece, en La Mochila de Mireia tienes un espacio pensado justo para eso: ayudarte, acompañarte y recordarte que no estás sola en esto.
Y ahora sí… ¡empieza!
No esperes tenerlo todo perfecto para arrancar. Da igual si no entiendes aún cómo se hace una programación, o si no sabes por qué hay tantos decretos y leyes. Nadie empieza sabiendo. Lo importante es empezar.
Hazlo hoy, aunque sea dedicando una hora a leer la convocatoria. Un paso pequeño… pero es el primero.





